UNA VISITA INESPERADA
Martin terminó con sus
pacientes del turno de tarde y se dirigió rápidamente a casa de Nai. Estaba preocupado y ansioso por conocer como había pasado la mañana. Doña
Manuela le abrió la puerta y dió todo un informe sobre el estado de la maestra.
Informe que Martin completó con algunas preguntas.
-¿Está dormida ahora?
-No, se despertó hace una media hora.
-¿Ha descansado bien?
-Solo se levantó una
vez para ir al baño. Pero si. Descansó bien.
-¿Le subió la fiebre?
-No. Le hubiera llamado de haber sido así.
Martin siguió haciéndole preguntas a la anciana hasta
hacerse una idea bastante fiable de cual
podría ser la causa del malestar
de Nai.
El joven llamó a la
puerta de la habitación y la voz de Nai sonó desde dentro.
-Adelante!!!.
Martin entró y se situó junto a ella. Después le cogió la
mano con dulzura y le preguntó.
-¿Cómo te encuentras?
-Mucho mejor que esta mañana, aunque no puedo comer nada, me
dan nauseas.
-Lo sé, me lo ha dicho doña Manuela.
Martin, sin soltarle la mano a Nai, se sentó en la cama a su
lado. Mientras ella preguntaba:
-¿Qué me pasa Martin?
-Nada grave, tranquila… has debido comer algo que no te sentó bien. Eso, sumado
al cansancio acumulado, son causas suficientes para una bajada de tensión que
sin duda te provocó el desmayo. El
reposo evitará más desvanecimientos. Pero tendré que ponerte en tratamiento
para curar tu estomago.
-Claro, entiendo. ¿Será mucho tiempo?
Martín sonrió, Nai sólo pensaba en cuándo podría volver a la
escuela.
-Nooo, no será mucho tiempoooo. Te voy a recetar un jarabe,
para tomarlo en cada comida. Con eso y una dieta ligera no creo que nos
demoremos más de un par de días, tres a lo sumo.
-Está bien doctor. – dijo Nai aliviada -
-Y ahora si no le
importa, señorita, voy a quedarme aquí vigilándola hasta que se duerma.- Dijo
Martín en tono divertido.
Nai sonrío, asintió con la cabeza. Martín le hizo compañía el resto de la tarde.
Ella le habló de su vida en el pueblo, de sus padres, de su
hermana, y del tiempo que pasó viviendo en la ciudad con su tía mientras
estudiaba. Le contó su experiencia como maestra en un gran colegio de la
capital, y de los recuerdos de la pequeña escuela que había en su pueblo, y
como soñaba en enseñar en una similar.
Martín le habló también de sus padres, de la medicina como
tradición familiar. Le contó como su abuelo se emocionó el día que él hizo el
juramento hipocrático, y como cuando terminó sus estudios de medicina, se
desilusionó al entrar a trabajar en un gran hospital. Recordó el día que leyó en
el periódico el anuncio en el que se
solicitaba un médico para trabajar en un pueblo llamado Lago-Jardín. No
se lo pensó dos veces, quería ser cercano a la gente, y nada mejor que un lugar
pequeño para ello.
Los dos se sentían bien hablando el uno con el otro, y, como
suele pasar cuando uno está en buena compañía y compartiendo un buen rato, las
horas pasaron rápidas.
Ya había anochecido cuando doña Manuela subió la bandeja con
una cena ligera para la paciente.
Pero Nai puso mala cara, no tenía hambre, no quería comer.
- Bueno – dijo Martín – no te esfuerces, mañana estarás
mejor, ya lo verás.
Martín le retiró la bandeja, le tocó la frente y le tomó el
pulso.
Después miró el reloj y mientras la arropaba dijo.
- Muy bien Señorita, hora de dormir. Mañana volveré a verte.
Nai, que se sentía mimada y cuidada le sonrió. El se acercó
a su oído y le dijo
- Bien, quédate así, y descansa. Vendré de nuevo por la
mañana.
Nai, cerró los ojos,
escuchó entonces el sonido del clic del interruptor de la luz, y poco
después, la puerta cerrarse.
…………..
A la mañana siguiente, y antes de pasar por la
consulta, Martin visitó de nuevo a Nai.
Quería asegurarse de que todo seguía yendo bien.
La señora Manuela le acompañó
al dormitorio mientras le iba informando
de cómo Nai había pasado la noche.
-Buenos días Nai, ¿Cómo te encuentras? - Le preguntó
acercándose a ella –
A Nai le nació una sonrisa en los labios al ver a su querido
doctor Martín asomar por la puerta. Y notó también como se le aceleraba el
pulso…
-Mucho mejor. Y hasta tengo hambre! – contestó alegre.
-Bien así me gusta. Pero tranquila, si ves que no puedes, no
pasa nada. – le dijo cogiéndole la mano y dándole pequeños toques- Volveré a
verte después de la consulta, Nai.
-Si... gracias Martín.
Nai le siguió con la mirada hasta que salió de la
habitación, y el, antes de marcharse le dedicó una última sonrisa.
Martin se fue confiando en que Nai descansaría toda la
mañana. Pero no fué así. Los rumores y las noticias en un pueblo pequeño corren
de boca en boca y a gran velocidad. Por tanto no tardo en llegar a la
calle la noticia de la enfermedad de Nai
y, sobre todo, de los cuidados “intensivos” a los que Martin la sometía.
Esto provocó que muchos vecinos visitaran a la maestra
interesados por su estado de salud.
La mayoría de ellos vieron con buena fe que
Martin cuidara de Nai en prácticamente todos los ratos libres que el trabajo en
su consulta le permitía. Pues de todos era conocido ya el interés, en cuanto a
amores se refiere, del uno por el otro.
los comentarios y chismorreos de los vecinos en la calle no
hubieran dejado de ser anecdóticos e inocentes si no fuera porque uno de esos
cotilleos se produjo en el mostrador de “Vistiendo Sueños”.
Clara, la dependienta de
la tienda, escuchaba entusiasmada como una clienta le contaba que Nai
había caído enferma y cómo Martin cuidaba de ella día y noche.
-Si si, como te lo digo. Se desmayo en plena clase y Martin
la socorrió. Dicen incluso, que hasta le salvo la vida!!!- Concluyó la clienta
alzando un poco la voz-
-¿Sii?,¿ no es maravilloso que el amor de tu vida cuide de
ti? como los héroes de las novelas!!! ¿Y
es verdad que cuida de ella a todas horas? ¿Incluso por la noche?
- A todas horas. Cuida de ella a todas horas…
En ese momento hizo presencia en la tienda Doña Eugenia, que
venía de hacer unos recados. Dejó su abrigo y su sombrero y se dirigió hacia unos de los estantes a
dejar lo que traía, sin hacer mucho caso de los comentarios de su empleada con
la clienta.
Sin embargo, a modo de saludo, y sin importarle mucho la
respuesta, Eugenia preguntó casi al aire:
-¿Quién cuida de quién a todas horas?
La clienta se giro hacia ella y se le quedó mirando
asombrada.
Después preguntó
-¿Es que no se ha enterado?
Y sin dejar tiempo para que Eugenia contestara continuó
diciendo:
- La señorita Nai está enferma y El doctor Martin pasa las
horas enteras en su casa cuidando de ella.
A Eugenia le cambió la cara. No le gustó la noticia que
acababa de recibir. Quería preguntar mas, saber más, pero la clienta tenía
prisa y sin dar opción a las preguntas de Eugenia se despidió.
-Bueno he de irme ya, se me hace tarde. Gracias por todo
Clara. Adiós!
La clienta desapareció por la puerta ante la mirada fija de
la dueña.
Eugenia quedó inmóvil y pensativa. De repente, sin decir nada, volvió
a coger su abrigo y su sombrero del perchero. A Clara le extrañó aquello, pues
su jefa acababa de llegar, y le preguntó.
-¿Se marcha otra vez Eugenia?
-Si, creo que voy hacerle una visita a la señorita Nai
-contestó al tiempo que se colocaba el abrigo.
-¿A la señorita Nai?-Pregunto Clara extrañada.
-Soy la dueña de la única tienda de moda de Lago-Jardin, es
mi obligación interesarme por el bienestar de mis clientas.-Quiso justificarse
Eugenia ante su empleada antes de salir por la puerta.
Clara pensó que lo que decía no tenía mucho sentido ya que
la maestra nunca había comprado nada en la tienda. Pero tampoco le pareció nada
descabellado que Eugenia se interesara por el estado de salud de futuras
clientas.
Nai estuvo recibiendo visitas toda la mañana. No pudo
cumplir la promesa hecha a Martin en cuanto al descanso se refiere, ya que para
recibir a las visitas pensó que era más correcto hacerlo en el
salón de su casa que no en el dormitorio. Lo que no sabía Nai es que de
ese salón ya no se movería en toda la mañana, pues tal era el ir y venir de vecinos que se acercaban a interesarse por ella.
Era ya tarde cuando Nai despachó la última de estas visitas,
y, debido a lo tarde que se había hecho Nai pensó que nadie vendría a verla hasta la tarde, así es que decidió volver a la cama.
Sin embargo no había hecho más que acostarse cuando
de nuevo sonó el timbre de la puerta.
Doña Manuela abrió y dio paso a una
última y rezagada visita y le indicó el camino del dormitorio.
Nai estaba intrigada por saber quien podría ser a esas
horas. Pensó que igual era Martín que ya había terminado su trabajo. Escuchó el
toc toc de la puerta y dio paso a la inesperada visita.
-Adelante.
La joven se quedo sorprendida al ver asomar a Doña Eugenia.
-¿Puedo pasar? Dijo la mujer.
Nai Estaba casi muda. No esperaba tal visita, ni la deseaba.
-Claro, adelante, pase.
Eugenia entró en la habitación muy decidida, contoneándose y
con una falsa sonrisa que ocupaba casi toda su cara. Adoptó una forzada actitud
de amistad hacia Nai, como si fueran
amigas de toda la vida. Las mejores amigas.
-Hooolaaa queridaaa!!!!..¿como estas?
Nai, que no salía de su asombro, contestó.
-Ehh… mucho mejor gracias.
Eugenia se sentó junto a ella en la cama y le cogió la mano
a la cual le iba dando pequeños golpes como queriendo transmitir confianza y
preocupación. Ambos sentimientos evidentemente falsos.
-Oohh querida!! en cuanto me he enterado me he dicho “¿La
nueva profesora enferma?”, “No puede ser”, “tengo que ir a verla”. Y aquí
estoy. Pero estaba preocupada ¿sabes?, Ohh claro, es lo que pasa cuando le
coges cariño alguien ¿no crees querida?
Aunque a Nai no le agradaba aquella visita y notaba además
la falsedad de Eugenia en cada una de sus palabras, achacó aquel teatro al
hecho de que Eugenia llevaba la tienda del pueblo, y que aquella visita no dejaba de ser más que una formalidad para
quedar bien con los vecinos del pueblo y
mantener así a la clientela.
Sin embargo las intenciones de Eugenia no eran esas. Eugenia
estuvo hablando con Nai de temas triviales, sin importancia, intentando llevar
la conversación al punto al que ella quería llegar. A Martin.
-Bueeeno querida, tengo entendido que el Doctor cuida de ti
día y noche.
-ja ja, no, no tanto. Pero sí, se está portando muy bien conmigo.-Contesto Nai sin saber lo que
estaba a punto de venirle encima.
-Entiendo querida. Se les ve que son muy amigos.
-Si es cierto. Es un buen hombre.
Entonces Eugenia lanzo su ataque.
-¿Sabes que deberías hacer
Nai?
Y sin tiempo a que la muchacha respondiera Eugenia prosiguió.
-Deberías, recompensarle por el tiempo que te está dedicando
¿no crees?
Nai se quedo pensativa. No entendía a que se refería ¿
recompensarle? ¿Estaba queriendo decir que tendría que pagar las consultas?
Eugenia observó la cara de duda que adopto Nai y tras soltar un par de
carcajadas dijo.
-Ja ja ja. No
querida. No me refiero a dinero. Deberías, hacerle un regalo.
Nai pensó que quizás aquello no era mala idea.
-¿Un regalo? ¿ usted cree?
-Ohh si querida. ¿Y sabes? Yo puedo ayudarte en eso.
-¿Qué quiere decir?
-Ohh ¿somos amigas no?, pues voy a ayudarte con ese regalo.
Sé esactamente lo que le gusta al Doctor Martin.
Nai, que no acababa de entender aquella situación y
preguntó.
-¿Qué es?
-Desayunar café solo con tostadas.
Nai seguía sin entender nada ¿desayunar? ¿ café… tostadas?
Entonces Eugenia dió su golpe de gracia.
-Siii querida. Al Doctor Martin lo que más le gusta nada más
levantarse de la cama es desayunar café y tostadas. Lo hace incluso antes de
quitarse el pijama.
Entonces Nai quedó bloqueada. Su cabeza no hacia más que
hacerse preguntas, una detrás otra. Eugenia miró a los ojos de Nai y se dió
cuenta de que la joven profesora se encontraba en un mar de dudas. Entonces Eugenia
sacó su sonrisa más cruel y dijo.
-Ohh querida. Te estarás preguntando como lo sé ¿no es
cierto?
Nai la miro. No dijo nada y Eugenia se levantó lentamente a la vez que decía.
-Ohh Vaya. Debes de ser la única que no lo sabe aún en todo
el pueblo.
-El Doctor Martin pasó la noche de la fiesta del patrón en
mi casa.-Y tras una pausa sonrió y preguntó en tono irónico -¿No lo sabías
querida?
Nai no podía creer lo que estaba escuchando. No podía ser
cierto.
Mientras, Eugenia se volvió
a acercar a la cama, se inclinó y como si quisiera restregárselo aun más le susurro al oído.
-Por eso sé perfectamente lo que le gusta desayunar nada más
levantarse.
Eugenia se reincorporó una vez más, dió un paso atrás y
volviendo a un tono cordial continuó atacando al corazón de Nai.
-Oohhh, eres muy joven aún. No debe sorprenderte querida.
Pronto descubrirás que las mujeres de mi edad gozamos de ciertas armas a las
que ningún tipo de hombre como el Doctor Martin pueden resistirse.
Nai sentía rabia en su interior. ¿ningún tipo de hombre como
el doctor Martin?, ¿qué quería decir? ¿Qué tipo de hombre es Martin?
Eugenia había completado su objetivo y sabía que se acercaba
la hora tope de las visitas a la consulta de Martin. No quería que el doctor la
encontrara allí, por tanto, había
llegado la hora de la retirada. Al fin y al cabo el mal ya estaba hecho.
-Bueno querida, será mejor que me vaya. Solo quería saber
cómo estabas. Me alegro de que se encuentre bien, espero verla pronto
recuperada.
Eugenia se marcho en dirección a la puerta de la habitación
ante la atónica mirada da Nai, que había quedado sin palabras. Abrió la puerta
y salió, pero antes de cerrar tras de sí se giro hacia Nai, que estaba sentada en
la cama y le dijo.
-Recuerda querida... Café y tostadas.
Le dedico una última sonrisa y se marchó.
Nai se quedó mirando fijamente la puerta mientras una
sucesión de sentimientos se apoderaba de ella. Sintió rabia en su interior, se
sintió engañada por Martin, sintió odio por aquella mujer, y sitió, sobre su
mejilla, el golpeo… de una lagrima caer.
Fotografia: Minisantonia
Oggg que mala que es Eugenia me saca de mis casillas, pobre Nai con lo ilusionada que estaba.
ResponderEliminarVaya lagarta, la historia y las fotos buenísimas enhorabuena
me ha encantado la historia y todo ! , ojala me diera de morros con semejante basura, se iba a encontrar con alguien que perdió la inocencia hace mucho jajjajajajjaja que tirria la tengo !!! ahora que si NAI, la sigue el juego ,no se merece al doctorcito,,,,,,,,,al menos que pregunte y oiga, además de escuchar,
ResponderEliminarPero que bicho más malo es..... pobre Nai, menos mal que a la larga siempre triunfará el amor (snif)
ResponderEliminarEnhorabuena, no he podido resistir a leer la historia, y eso que estoy a medio pintar.... señal que me teneis enganchada
Un beso
Genial, enhorabuena.
ResponderEliminarVaya elementa la tal Eugenia,lagarta y mala,jajajajaj,me encanta esta historia,muy muy lograda,besitos
ResponderEliminarQue desagradable es esta señora por decirle algo es mala ,malisima ,pero al doctor tambien le va a caer una buena vamos de mal a peor jajaj... un beso santiaga
ResponderEliminarEstupendo el nuevo capítulo y promete una cantidad de líos y tejemanejes increibles. Ya estoy deseando leer el siguiente capítulo.
ResponderEliminarAncora un'avvincente capitolo della storia corredato da favolose immagini.
ResponderEliminarCiao Faby
hay que ver que malas somos las mujeres, o al menos algunas , como Nai no espabile, se quedara sin el doctor .
ResponderEliminarme encanta el abrigo de Eugenia , es precioso
besitos
Mari
que vieja, bruja y malvada!!! jajaa...este ingrediente no puede faltar en ninguna historia, ya espero el próximo capitulo!
ResponderEliminarMadre mia, pero que mujer mas mala. Como juega con los sentimientos y además en horas bajas.
ResponderEliminarLa pongo en la lista negra desde ya.
Ya decía yo que Eugenia era una loba.........huyyyyyyy esto suena a que se va a enredar aún mucho más la madeja jajaja. Ya estoy deseando leer el siguiente capitulo.
ResponderEliminarBesos. Mª Jesús
Que empieza el lio no me pierdo uno y ya esperando el proximo capítulo, porque se está poniendo muy interesante, y que mala es la Eugenia, ya le he puesto la cruz de mala. felicidades de nuevo a los dos sois lideres en audiencia. Besos Miolga
ResponderEliminarAntonia
Pongo anónomo porque no se como hacerlo para que salga mi nombre
Es una mujer mala malísima, la más mala malísima de todas las mujeres... ¡ya recibirá su merecido!
ResponderEliminarUn beso
Jo,qué tía más arpía!!!Mira que es mala!!El día que lleve su merecido voy a disfrutarrrrr!!!!
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