PERDONAR Y OLVIDAR
Martin
y Nai llegaron al café con media hora de adelanto con respecto al horario que
marcaba la llegada del autobús. Decidieron entrar y tomar algo para hacer
tiempo. El café estaba lleno de clientes, gente que aprovechaba un descanso en
el trabajo para tomar un refrigerio, jubilados jugando al domino o viajeros
que, al igual que ellos, esperaban sentados la llegada del autobús.
Buscaron
una mesa y se sentaron uno frete al otro dejando las maletas a un lado. Nai
deslizo sus brazos por encima de la mesa y Martin las recogió con cariño y
dulzura.
Los
sentimientos eran confusos, casi contradictorios. Por un lado, la tristeza de
tener que abandonar un pueblo donde tantos y tan buenos amigos habían hecho.
Por otro, sentían la incertidumbre de un futuro incierto. Pero también había
felicidad en sus corazones de saber, que pasara lo que pasara en ese fututo, lo
afrontarían juntos. Uno al lado del otro.
Ese
fue su tema de conversación mientras esperaban. De una manera espontánea y no
preparada decidieron olvidarse de los malos momentos acontecidos en las últimas
semanas e imaginar, planear y soñar despiertos el futuro que les esperaba.
Sin
embargo esos sueños fueron interrumpidos de una manera brusca cuando la puerta del
café se abrió de golpe, y al dar con fuerza sobre el poyete, produjo un fuerte
ruido que llamo la atención de todos los allí presentes. Todo el mundo esperó
con intriga para saber la identidad de la persona que había perturbado, de aquella
forma tan violenta, la tranquilidad que reinaba en el café.
Eugenia
entró de una manera desesperada. No le importo que los allí
presentes se fijaran en ella y en su comportamiento, que sin duda parecía fuera
de control. Trato de localizar con la mirada la mesa de Nai y Martin, y una vez
los encontró se dirigió hacia ellos corriendo como si la vida le fuera en ello.
Se coloco de pie junto a la mesa, puso
sus manos sobre ella produciendo un fuerte golpe, y mirando fijamente a Martin
a los ojos, dijo alzando la voz…
-No
puedes irte Martin!!!...No puedes!!!
-¿Qué?..¿Que
significa esto? -Contesto Martin sorprendido por la actitud de Eugenia.
-Martin,
es un error. No podéis iros!!!...El pueblo os necesita!!!
Martin
miraba a Eugenia con incertidumbre, sin entender todavía lo que estaba pasando
y llegando a creer incluso que había perdido el juicio. Pero entonces fue Nai
quien, indignada por aquella intromisión y cansada de las estratagemas de
Eugenia, la miro directamente a los ojos y
alzando la voz dijo...
-Ya
esta bien Eugenia!!!...déjalo ya!!!... ¿Es que no piensas parar nunca?!!!
Eugenia
se giro hacia Nai sin intimidarse por aquellos gritos
-No
no Nai….escúchame!!...es el pueblo, os necesita, no podéis iros…sería un
error!!
-Dios
mío!!! No puedo creerlo!!! -Replico Nai- ¿El pueblo?..¿El pueblo dices?...Tu
eres una egoísta que solo piensa en si misma!!! Nunca te aa importado lo que
pase en este pueblo o las personas que habitan en el!!! Lo que pasa es que no
puedes soportar ver como pierdes a Martin!!! Como se viene conmigo delante de
tus narices!!! Y serias capaz de hacer o
decir cualquier cosa para tratar de
impedirlo!!!...Pero no Eugenia no…esta vez no. Esta vez tus mentiras no te
servirán de nada!!! ….Además… ¿crees que yo podría vivir en el mismo pueblo en
el que tu vives?..¿Crees que podría cruzarme contigo y mirarte a la cara
sabiendo lo que hiciste con Martin?.. ...Quiero ser feliz y lo seré con él!!! Muy a tu pesar yo seré feliz!!!.... y para eso tú debes estar lejos de
nosotros!!!....Así es que déjalo ya de una vez!!!….déjanos en paz!!!…..porque has
perdido.

Eugenia
se quedó sin palabras ante aquel inesperado discurso de Nai quien, al acabar,
se dirigió directamente a Martin que se mantenía expectante ante aquella pelea.
Expectante e incluso sorprendido y orgulloso de ver a su pareja defender
aquella situación con tanta firmeza y valentía.
Entonces Nai le dió una orden tajante a Martin.
-Martin!!!...Vámonos!!!
Martin
se levantó y cogió su maleta del suelo, miró a Eugenia con desprecio y después,
junto a su novia, se dirigieron hacia la puerta de salida dándole la espalda a Eugenia quien quedó en aquella
mesa, sola, derrotada, sin saber que
decir y viendo como se esfumaba toda posibilidad de retenerlos.
Los
jóvenes ya estaban frente a la puerta de salida cuando Eugenia alzó la mirada
hacia ellos, respiró hondo y decidió usar su último recurso gritando…
-No
lo hice Martin!!!..
Todo
el mundo dejó de hacer lo que estaba haciendo para prestar atención a lo que allí
acontecía. Martin y Nai se detuvieron de golpe. Después Martin se giro, miro a
Eugenia y preguntó.
-¿Qué?!!...
-No
lo hice Martin. -Dijo Eugenia más calmada y con lágrimas en los ojos.
Y después
de unos segundos de incertidumbre, Eugenia añadió…
-
No me acosté contigo Martin!!!
-¿Qué?..¿Que
quieres decir?- Volvió a preguntar Martin sin
llegar a entender a que se refería Eugenia.
Ella
levantó la cabeza y con la decisión de quien ya no tiene nada que perder dijo.
-No
me acosté contigo. No lo hice.
El
joven se quedó parado con la mirada fija en Eugenia. Y fue Nai quien entonces volvió
a intervenir.
-Mientes!!!...Vuelves
a mentir!!!
-No Nai...digo la verdad!!! No lo hice… no me
acosté con él!!! Tienes que creerme!!!
-Mientes!!!.....
La contestación
de Nai quedó interrumpida por Martin, quien no estaba dispuesto a asistir a
otra discusión como la que ya habían tenido hace unos minutos.
-Basta!!!
Ya esta bien!!!
Eugenia
y Nai dejaron de gritarse y pusieron atención a lo que Martin tenía que decir.
-Déjalo
ya Eugenia. Nai tiene razón. Dirías cualquier cosa para impedir que me vaya.
Pero si te queda un poco de dignidad acepta tu derrota y déjanos marchar
tranquilos. Porque no te creo.
Volvieron
a dar la espalda a Eugenia y reanudaron su marcha. Eugenia no pudo más que
resignarse y contemplar como los jóvenes se marchaba de allí para siempre. Se
sintió ignorada, incomprendida y sobre todo impotente y derrotada.
Pero
entonces una voz se alzó sobre las demás
con intención de que se le oyera.
-Dice
la verdad!!!
Nai
y Martin detuvieron sus pasos nuevamente. Se sorprendieron de no reconocer
aquella voz. Se giraron y, al igual que el resto de los presentes, como
clientes, camareros, incluso la propia Eugenia, que estaba tan sorprendida como
todos los demás por aquella interrupción,
buscaron con la mirada al autor de aquellas palabras.
Nuestro
hombre misterioso, al verse perseguido por la curiosidad de todos, decidió
levantarse para que todo el mundo pudiera reconocerlo. Fue entonces cuando Martin
gritó sorprendido.
-¡Padre!...
¿Usted?!!
Nadie
entendía nada. ¿Qué tenia que ver el Padre Elías con esto? Todos quedaron
asombrados. Sin saber como reaccionar. Finalmente Martin quiso obtener una
explicación.
-¿Qué
quiere decir Padre?
-Que
Eugenia le está diciendo la verdad Martin. No miente.
-Pe...Pe...Pero….
¿como puede saberlo?- Preguntó finalmente Martin.
A
lo que tajantemente Don Elías respondió
-Porque
yo estuve allí!!!
-¿Queee?!!!
-Preguntó Martin completamente desconcertado y sin entender.
-¿Queee?!!!-
Preguntó Nai tratando de encajar las piezas de aquel rompecabezas.
-¿Queee?!!!
-Preguntó gritando Eugenia que por un momento sintió su intimidad atacada.
-¿Queeeeee?!!!
-Preguntaron todos los clientes del café que no podían imaginar lo que su párroco
acababa de decir.
Don
Elías, que vió que aquella afirmación podía llevar a confusión quiso dar una
aclaración…
-Quiero
decir... que yo les vi!!!
-¿Queee?!!!
- Preguntó Martin mucho más sorprendido que antes.
-¿Queee?!!!
- Preguntó Nai que ya casi prefería no encajar nada.
-¿Queee?!!!
- Preguntó Eugenia incapaz de imaginar en sus peores pensamientos que Don Elías
pudiera espiarla en su intimidad.
-¿Queeeeee?!!!-
Preguntaron todos los presentes que empezaban a imaginarse lo que no
debían.
Al
comprobar Don Elías que sus palabras no sólo no habían aclarado la confusión
general si no que además habían enredado mucho mas el asunto en aquellas mentes
tan mal pensadas, y cansado ya de aquella situación tan cómica, se vio en la
obligación, sin que nadie se lo pidiera, de dar una explicación mucho mas
detallada.
-El
día de la fiesta del patrón yo también me retiré tarde. Salí del café tan solo
unos segundos después de que lo hicieran Martin y Eugenia. Iban delante de mí a
unos pocos metros. La casualidad hizo que lleváramos la misma dirección. Quise
mantener la distancia pues supuse que preferirían estar solos a tener la
compañía de un cura medio bebido.
Don
Elías sonrió para contrarrestar la vergüenza de tener que confesar su pequeña
falta. Después prosiguió diciendo.
-Pude
ver como juntos llegaban a casa de Eugenia. Esperaba que Martin se despidiera
de ella. Pero para mi sorpresa ambos entraron. Cuando llegué a la altura de su
puerta pude observar como la luz de una ventana se encendía. Desde hace tiempo
que mantengo una buena amistad con la familia de Eugenia. He sido invitado en
numerosas ocasiones a esa casa y por eso la conozco perfectamente. No me costó
adivinar que aquella luz pertenecía a la ventana del dormitorio de Eugenia.
Poco después aquella luz se apagó. Supuse entonces lo que estaba sucediendo.
Todos sabéis que no apruebo ese tipo de conductas. Pero no podía hacer nada.
Así es que me resigne y me fui a casa pensando en qué podría hacer para que
aquellos dos miembros de mi rebaño no se me descarriaran.
Pero,
cuando ya me disponía a marchar sucedió algo que detuvo mis pasos. Y es que
otra luz de otra ventana se encendió. Aquella estancia era la habitación de invitados de la casa de
Eugenia. Y pude ver como ella se movía por esa habitación. Que Dios perdone mi
curiosidad, pero ahora me alegro de haberme quedado allí unos segundos mas, pues pude comprobar que estaba equivocado y
que les había juzgado mal.
Don
Elías hizo una nueva pausa y aprovechó para salir de su sitio y acercarse a
Martin para continuar su relato, esta vez, dirigiéndose directamente a el y
para concluir diciendo...
-Martin,
Eugenia te acostó en su dormitorio si, pero ella no durmió contigo. Si no en
una habitación distinta.
Martin
y Nai se quedaron sin palabras. Entendieron que el testimonio de Don Elías era
cierto. Entonces Eugenia se acercó a Martin y le dijo.
-Martin.
No me acosté contigo. Traté de engañaros. De que pareciera lo que no era. Me
equivoqué. Y os pido perdón por ello.
Martin
no salía de su asombro. En tan solo un momento todo lo que el creía cierto,
todo aquello que le quitaba el sueño se había desvanecido. La noche del patrón…
el dormitorio de Eugenia… un error que jamás cometió… los enfados con Nai…
incluso… su decisión de abandonar Lago-jardín… ya no tenían sentido. Martin se sentía
asombrado a la vez que desorientado.
-Pe...Pe…Pero…
¿y la ropa? ¿Y la ropa esparcida por la habitación?- Preguntó Martin tratando
de aclarar hasta el último detalle.
-Yo
misma la saqué del cajón y la puse sobre la cama con intención de hacerte creer
que me la había quitado allí mismo. Martin… aquella mañana estabas tan cansado
y asustado que ni si quiera te fijaste en los detalles. Si lo hubieras hecho te
habrías dado cuenta de que incluso algunas prendas aun tenían bien marcadas las
arrugas de los pliegues de estar guardadas en el cajón.
Para
Martin todo aquello empezaba a tener sentido.
-Vamos
Martin... Piénsalo... Es imposible que no te acuerdes de nada. No te acuerdas,
porque no sucedió. No puedes recordar nada, porque no hay nada que recordar.
Martin
miró a Nai que seguía inmóvil a su derecha. Entonces Eugenia se acercó a ella,
la cogió de las manos y dijo…
-Nai.
Acabas de decir que no podrías vivir en el mismo lugar donde yo viviera. Que no
podrías mirarme a la cara sabiendo lo que hice. Pero ahora sabes que no es
verdad. Que no pasó nada.
Nai
no supo que decir. Empezó a ver a Eugenia con otros ojos. Ya no la veía como la
malvada rival que pretendía cruzarse entre ella y Martin. Eugenia aprovechó
para volver a pedir perdón.
-Nai...
Perdóname. Cometí un error. Pero te juro que no estoy interesada en Martin. No…ya
no.
La
maestra miró de nuevo a Martin a los ojos. No hicieron falta palabras. El
asintió con la cabeza, aquel gesto confirmaba que ambos estaban dispuestos a
perdonar y a dar marcha atrás en sus intenciones de abandonar el pueblo.
Nai
volvió la mirada a Eugenia y dijo.
-Te
perdono Eugenia. Te perdono y olvido.
Eugenia
no pudo resistirse a abalanzarse sobre Nai para abrazarla. Pasado el momento
emotivo Nai cogió de las manos a Eugenia y la invito a sentarse con ella en una
mesa. Tenían mucho de que hablar. Martin y Don Elías se quedaron solos de pie
junto a la barra del café, momento que el Doctor quiso aprovechar para dar las
gracias al párroco.
-Gracias
Padre. Si no llega a estar usted aquí hubiésemos cometido un grave error.
-Bueno.
No me las de a mí, hijo. Déselas al señor Smith.
-¿Smith?-
Preguntó Martin extrañado.- ¿Qué tiene que ver el en todo esto?
-Veras
Martin, cuando me enteré de vuestras intenciones de abandonar el pueblo y
sabiendo los motivos que os empujaban a ello, decidí que había llegado el
momento de desvelar mi testimonio con el fin de evitar vuestra marcha. Fui a tu casa y a la consulta
para contarte la verdad, pero no estabas. Conozco tu amistad con Smith y sabia
que antes de irte te verías con el aunque fuera para despedirte. Así es que acudí
a Smith con la intención de contarle la verdad y que fuera él quien te
comunicara a ti.
-¿Y
que dijo Smith al enterarse?- Preguntó curioso Martin.
-Bueno
ya sabes como son estos británicos y su famosa flema. No dijo nada. Solo se
quedó pensativo unos segundos y después insistió en que yo debía estar aquí hoy
con bastante tiempo de antelación con respecto a la llegada del autobús.
-¿No
dijo nada mas?
-No,
absolutamente nada.
-Este
Smith...-dijo Martin sonriente ante la actitud de su amigo.
Sin
embargo aquella sonrisa pronto desapareció. Había algo en todo aquello que a Martin
no le encajaba. Su gesto dubitativo no pasó inadvertido para Don Elías quien
preguntó.
-¿Pasa
algo Martin?
-Si
Padre. Vera, hay algo que no me cuadra. Si usted le contó la verdad a Smith
para que él me la transmitiera a mí. ¿Por qué no lo hizo? Pudo hacerlo cuando
nos vimos en la alcaldía.
El
padre Elías se dio cuenta de que las dudas de Martin tenían fundamento. Y también
se quedó pensativo tratando de entender porqué Smith no había cumplido con su
objetivo de informar a Martin de la verdad. Pero pronto Don Elías pareció dar con la
solución al dilema. Y de nuevo una pequeña sonrisa delató sus pensamientos.
Algo, que esta vez, fue a Martin a quien no le pasó desapercibido.
-¿Pasa
algo Padre?
-Verá
hijo. Creo que las intenciones de nuestro buen amigo Smith no solo se basaban
en impedir vuestra errónea marcha.
-¿Que
quiere decir?
-Conozco
muy bien la amistad que desde hace años une a Smith con el padre de Eugenia.
Las últimas semanas el prestigio de Eugenia ha decaído bastante en el pueblo.
Creo que en los planes de Smith también entraba devolver parte de ese prestigio
a la hija de su amigo.
-No
entiendo.-Dijo Martin para que Don Elías se explicara mejor.
-Martin…
Eugenia tenía que venir aquí a reconocer su error y a pedir perdón. Pero tenía
que hacerlo por su propia voluntad. Siguiendo a su corazón. Si Smith te hubiera
contado la verdad, el gesto de Eugenia no tendría valor alguno.
-Entiendo.
Pero, a pesar de su confesión, corría el riesgo de que yo no la creyera,
como así ha sido.
-Es
cierto. Pero eso no importa. Lo importante es que Eugenia se diera cuenta de su
error y pidiera perdón. Y que lo hiciera por ella misma. Ese es el comienzo
para reestablecer su prestigio. Supongo que
Smith sabía que no la creerías, y por eso me hizo venir a mí aquí, para que yo apoyara esa versión.
Martin
entendió la estrategia de Smith. Ahora todo aquel rompecabezas tenia sentido.
Don
Elías quiso despedirse de Martin.
-Bueno
será mejor que me vaya. Tengo que encontrar a un grupo de albañiles buenos y
baratos para hacer algunos arreglos en la iglesia.
-¿Y
eso? Preguntó curioso Martin.
-Verá,
tengo que dejarla preparada…algo me dice que pronto tendré que celebrar una
boda.- Comentó Don Elías sonriendo a Martin que sin duda se dió por aludido.
Cuando
el Padre Elias salió del café, Martin buscó con la mirada a Nai, que en ese
momento se despedía de Eugenia. El joven
se acercó a la mesa donde ya se encontraba sola y se sentó frente a ella. Se
miraron, y en sus rostros se reflejaba la alegría que ambos sentían por no
tener que abandonar Lago-Jardín.
-Martin,
estoy tan contenta.
-
No tendremos que abandonar Lago-Jardin, es motivo mas que suficiente para estar
contento. Pero, a pesar de ello Nai, sigo teniendo planes..planes para
nosotros.
-¿Qué
quieres decir Martin? ¿Qué planes?
-
No te preocupes Nai, ya te los contaré, de momento habrá que buscar un grupo de
albañiles. – Pensó para si mismo en voz alta Martin-
-
¿Qué? ¿Albañiles?..¿que quieres decir?
-Eeehh…No…
nada.. nada.
La
conversación entre Nai y Martin fue interrumpida por el camarero que se acercó
a ellos para tomar nota.
-¿Qué
van a tomar?
-A
mi me póngame un….- Dijo Martin antes de que Nai le interrumpiera
apresuradamente.
-Espera…espera
Martin! deja que yo pida por ti.
-Esta
bien Nai. Como quieras.- Consintió el joven Doctor al ver la ilusión con la que Nai quería pedir por
el.
-A
mi me pone un zumo de naranja.- Dijo Nai mirando al camarero.- Y a el póngale
un café con tostadas.
-Muy
bien.-Dijo el camarero tras apuntar en su libreta.
-Espere...espere
un momento!!!- Se apresuro a decir Martin al camarero extrañado por lo que Nai
le había pedido.
Nai
miró a Martin extrañada por el comportamiento de este. Y preguntó.
-¿Qué
pasa Martin?
-Veras
Nai. Es que a mi no me gusta el café. Nunca me ha gustado, y menos con
tostadas.
De
repente a Nai se le dibujó una sonrisa en el rostro. Una sonrisa que Martin no entendía.
Aquel gesto del café confirmaba a Nai que efectivamente Martin jamás estuvo con
Eugenia. Nai ya no tenía dudas. Miró sonriente a Martin y le dijo.
-Martin....
Te quiero....
FIN
(de momento)